Casi como sacadas de las obras magistrales de las pinturas negras de Goya, Las Tintas del Ponceño Wichie Torres nos dan un efímero vistazo a la formación del artista. Sus amigos, galeristas y artistas de renombre hoy, nos cuentan de la destreza del joven Wichie, creando estas obras en solo minutos, en cualquier esquina. Sin embargo, la rapidez de sus apuntes no inhibe la emoción y profundidad emocional transmitidas por las piezas finales. Tomen, por ejemplo, el sentir en los ojos del Jugador de Billar y del Viejo con Barba. Exploremos, también, la evolución de sus figuras. Comparemos el Desnudo Femenino II (1977) y la Medusa (1977) con La Reina de la Comparsa (1994), y observamos claramente la perseverancia de la técnica desarrollada en su juventud. Acompáñenos en este estudio de su obra, practica, y el deleite en el pasado.
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